La primera entrada en esta sección de artículos es una buenísima y grata noticia: la Fundación MAPFRE, en su sala de exposiciones de la calle Bárbara de Braganza, ofrece, desde el pasado 12 de septiembre y hasta el 29 de noviembre, una completa retrospectiva de Josef Koudelka.
De origen checoslovaco en 1938, y de posterior nacionalización francesa, el fotógrafo es miembro de Magnum desde que Elliott Erwitt le invitara en 1971.
En la muestra podemos ver unos prematuros trabajos en la época de trabajo en el Teatro Semafor de Praga a finales de los cincuenta. Éstos tienen un carácter puramente experimental y abstracto, trozos de imágenes contrastadas y llevadas al límite del blanco y negro, que ilustraban revistas culturales de la época, algo que ahora mismo sigue teniendo sus cualidades estéticas bastante vigentes.
El resto de la exposición incluye sus series más famosas, una es ‘Gitanos’ (Cikáni), donde se sumerge en las costumbres de este pueblo y que le llevó varias décadas. Otra serie es ‘Invasión’, la cual incluye un vídeo con secuencias cinematográficas e imágenes de la propia exposición, y trata de la invasión rusa a Praga rompiendo así el Pacto de Varsovia (la OTAN eurasiática, por así decirlo) en 1968. La otra gran serie de Koudelka que podemos ver es ‘Exilio’, la cual comienza cuando Koudelka se convierte en apátrida al exceder el tiempo de vigencia de un visado durante uno de sus viajes para Gitanos en 1970, y que le tendría 17 años sin una nacionalidad. En esta serie, aún en desarrollo, sus fotografías se muestran privadas, desconcertantes y sobre todo muy misteriosas, como si sólo el propio Koudelka pudiera entenderlas, con pequeños ‘guiños’ hacia su persona.
En este pequeño detalle se como el negativo del cual han ampliado esta fotografía estaba rasgado, aportándole cierto carácter a la imagen.
Las fotografías de Josef Koudelka tienen siempre una dimensión privada que parece ser solamente visible para él mismo, como las innumerables imágenes de su brazo mostrando la hora, sin embargo, tienen cierto humanismo que recuerdan un poco al trabajo de Erwitt o de Capa, como esta fotografía de unas gaviotas en Escocia, una de mis favoritas.
En la última parte de la exposición se muestran dos proyectos de fotografías panorámicas, una quizás más enfocada al paisaje más puro y otra (‘Wall’) centrada en la franja de Gaza, con unas encuadernaciones en acordeón realmente muy interesantes, que incluyen varias maquetitas de cómo el fotógrafo prepara el orden e inclusión de las imágenes.
Lo mejor de la exposición, como siempre, es el acierto de la Fundación MAPFRE en la organización cronológica de la muestra, la elección de las imágenes, la maravillosa iluminación, las copias originales de época, o la inclusión de ‘extras’ como publicaciones de época, tiras de contactos, documentos, y demás miscelánea que enriquecen la visita… Y que no vale un mísero duro, es completamente gratuita y está abierto incluso los domingos. 
Lo peor, como siempre, es sólo un detalle, que no está permitido la toma de fotografías, obligando a intrépidos como yo a usar la cámara ninja para ilustrar la visita. La prohibición de tomar fotografías en este tipo de muestras es un concepto tan rijoso que contrasta con el espíritu tan vanguardista del que siempre goza la Fundación MAPFRE.
Se dice tiempo de exposición... 