Entrevista a Valentín Sama


Al igual que el post anterior, recupero esta entrevista al bueno de Valentín originalmente publicada en el blog de Relendo, y a la que tengo un especial cariño.

Valentín Sama, antiguo mentor y actual amigo de un servidor, es quizás una de las autoridades de la fotografía en España. Editor, profesor, óptico y por supuesto, fotógrafo, ha hecho de todo en esta vida, ¡Hasta pilotar coches de rallie! Ha dado clase en la UCM, y en la escuela EFTI de fotografía durante 25 años, trabajó en la mítica revista FV, y hace un tiempo, fundó DSLR Magazine, portal de referencia audiovisual en nuestro país, donde las novedades llegan mucho antes que a cualquier otro lado, y es que Sama, tiene relación con todas las marcas en varios países, y un fino olfato para los rumores.

Sin darse nunca ninguna importancia, con la humildad que le caracteriza, realizamos la siguiente entrevista en su casa, la cual, estaba repleta de cámaras clásicas, pero repleta a rebosar, ¡Hasta por el suelo! Antes de la primera pregunta, Valentín ya me había contado dos o tres chistes, y es que el fino sentido del humor –junto con su incorrección política- caracterizan a este fotógrafo de larga trayectoria, pero espíritu más que juvenil. La charla se prolongó durante horas, saltando de un tema a otro, sacando una y otra cámara, y aunque las mejores anécdotas me las guardo para mí, espero que disfrutéis de lo que he conseguido transcribir y condensar.

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P: ¿Cómo fue tu inicio más temprano en la fotografía, como caíste en este mundo?

V: Creo que no soy el único que tiene en sus inicios en la fotografía una relación con los trenes. Hablamos del año 1953, aproximadamente, y a un grupo de chavales, de dos o tres amigos de San Sebastián, nos gustaban los trenes. Teníamos los clásicos Marklin eléctricos alemanes de juguete, cada verano juntábamos las vías en casa de uno de nosotros, y montábamos una escenografía espectacular. Nos pasábamos el día en la estación, veíamos los pasos de nivel, identificábamos las locomotoras… Y entonces, con 6 ó 7 años, decidimos que íbamos a hacer un libro de trenes. No teníamos ni idea de cómo escribir un libro, ni de nada, pero claro, lo primero que necesitábamos eran fotos de trenes. Es decir, surgió por una cuestión de necesidad. Aún tengo la primera cámara, era una pequeña, de fuelle, y el tiempo más corto al que obturaba, era de 1/50 de segundo. Si el tren estaba parado no había problema, pero si estaba en marcha, la sistemática que usábamos tenía su dificultad. La cosa consistía en ponernos muy de frente al tren para que la velocidad angular fuera mínima, nos metíamos prácticamente en las vías, los trenes pitaban asustados… “Afortunadamente”, un día una vecina de mi madre me vio y le dijo (con acento vasco) “ya vi el otro día a tu chaval, pues, ahí en la vía estaba…”, y mis padres, que siempre han sido fantásticos, en vez de echarme la bronca, lo que me dijeron era que tenía que usar una cámara que tuviera un obturador con tiempos más cortos, así que me dieron la cámara que había en la casa, una Retina, que llevaba un 1/500 de segundo.

Tengo muy buenas anécdotas, como por ejemplo, que yo compraba la película en Fotos Maturana, imagínate, yo era un chavalín, entraba y le decía “dame de esa película de la marca ‘Safeti’ que me va muy bien”. El dependiente me daba un rollo, y no decía ni mu. Yo tarde años en descubrir que ‘safeti’ era en realidad ‘safety film’ (película segura).

P: ¿Cuál era aquella primera cámara?

V: Pues era una Vest Pocket de Kodak, la tengo por aquí… También tiene cierta historia, muy pequeñita, para 6×4’5, en rollos de 127, la patente era de 1914. La cámara era de mi madre, que por aquella época hacía muchas fotos, era una mujer muy avanzada. También tengo aquí la Kodak Retina 1B que me dejaron después de lo de los trenes, y gracias a ella aprendí un montón de fotografía. Tengo de hecho otra gemela para piezas. Tiene una escala de profundidad de campo alucinante, y sincronizador para cambiar los valores de exposición juntos, una vez los ajustabas.

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P: ¿Cómo fue tu salto a la fotografía profesional?

V: Bueno, yo trabajaba en una óptica para casos muy especiales de grandes graduaciones, y estábamos allí metidos de lunes a sábado… Sólo libraba los domingos. En aquella época, convencí a mi jefe de algo muy atípico, y era trabajar a media jornada. Por las tardes estaría allí, que era cuando más gente había, y por las mañanas podría hacer mis fotos, para ello me llevé hasta un plan económico para reflejar lo que se iba a ahorrar en seguridad social y sueldo, y que mi producción no se vería tan reducida. Recuerdo que en aquel momento, con las mañanas libres, creía que sentía, sin frivolizar con ello, lo que los presos sienten al salir al patio. Podía pasear, entraba a tiendas y tomaba café. Y ahí empecé a hacer mis trabajos profesionales de fotografía.

Antes de esta media jornada, fui el primero en hacer Cibachrome en España, el papel para positivar diapositivas, los colores eran preciosos y acabó siendo el soporte más aceptado por las galerías para vender obra. Se compraba en Suiza, y yo tenía acceso a él porque era la época en la que pilotaba un coche en un equipo de rally y hacía viajes de larga distancia. Era un proceso que consistía en tres baños, con un margen de temperaturas bastante amplio, y revelado por rotación, a baño perdido. Cuando volvía de trabajar positivaba una, a la mañana siguiente antes de irme a trabajar la miraba, y apuntaba lo que tenía que corregir, cuando volvía repetía el proceso hasta tener una copia perfecta, lo cual me llevaba a veces una semana y pico. Así que cuando por fin lograba vender alguna, en parte me fastidiaba un poco (risas, y la petición de editar la expresión por el término “fastidiaba”), porque era un sistema realmente muy artesanal.

Luego tuve una época, trabajando ya en la revista FV, que junto a Rafa Roa hacíamos fotografías para agencias publicitarias. Yo aportaba el punto de vista más técnico y Roa el artístico, y entre los dos hicimos campañas muy sonadas en esos años como el centenario de Loewe, con fotografías hechas con Polaroid, despegando emulsiones y pegándolas en papeles de acuarela.

P: ¿Color o blanco y negro?

V: ¡Uf! Es una pregunta fuerte… Yo siempre he estado muy vinculado al color, quizás por el Cibachrome. Recuerdo una frase que se oía mucho en aquellos años, “si, si muy bonito, pero la auténtica fotografía artística es en blanco y negro”, y es verdad que las pocas galerías que tenían fotografías entre sus obras, jamás ponían otra cosa que no fuera blanco y negro, entonces los que hacíamos color éramos cuatro gatos, no tenía la condición de ‘arte’. Sin embargo, ahora veo con cierta satisfacción que algunos fotógrafos que me inspiraron por entonces, como Stephen Shore, son por fin reconocidos, aunque hayan tardados cuarenta años. Así que digamos que siempre me ha interesado más el color. Tanto, que la evolución lógica tras la lentitud del Cibachrome no podía ser otra que la inmediatez de la Polaroid. Y yo que soy muy obstinado, cuando me gusta algo me convierto en un experto lo más rápido que puedo, en este caso llegando a asesorar a la propia casa Polaroid.

P: ¿Qué fotografía querrías haber hecho?

V: Bueno, luego quizás me arrepienta y se me ocurra otra, pero, quitando la historia de Weston, que es muy triste, me habría gustado hacer la foto de Charis Wilson, que está desnuda en una duna, siempre me he sentido muy identificado con esas imágenes. Y luego todas aquellas fotos que se te han escapado a lo largo de tu carrera, claro.

Foto 2

P: ¿Qué fotógrafos clásicos y actuales te interesan?

V: Bueno, en los contemporáneos, y poniendo lo de fotógrafo entre comillas, me sigue interesando mucho Chema Madoz, y digo entre comillas, porque creo que él es un artista que fotografía su obra. Hablando de artistas, creo que podríamos hablar largo y tendido, pero creo que el término artista te lo tienen que otorgar más otros que tú mismo.

En cuanto a algunos contemporáneos, respecto al color, Stephen Shore, del que ya hemos hablado, o Joel Meyerowitz, y es muy interesante la primera parte de Annie Leibovitz, cuando hacía ella las fotos, y no sus ayudantes.

Más clásicos Don McCullin y  los fotógrafos de la guerra de Vietnam, o Eugene Smith, que también tiene un trabajo espléndido de las acerías de Pittsburg. Me parece muy interesante cuando los fotógrafos de guerra iban integrados en los pelotones y admiro a los fotógrafos de conflicto ahora, que ponen todo ahora para plantarse allí y jugarse la vida.

En el blanco y negro yo me he inspirado mucho en Ansel Adams, y me encantan Koudelka, o Diane Arbus. En los últimos años si te diría que estamos en crisis, estamos saturados visualmente, se hacen muchas imágenes. Un buen consejo para cualquier fotógrafo sería que tenga un buen proyecto detrás que respalde tus imágenes. Y sobre todo hay que hacer las fotos porque te apetezca hacerlas.

P: Como óptico, ¿Qué objetivos te parecen los mejores, ya sean actuales o más antiguos?

V: Desde que se ha empezado a usar la tecnología para la fabricación de ópticas, tanto para su cálculo de refracción, como para la fabricación o el ensamblaje, han pegado un salto importante, con las lentes asféricas, las fórmulas para fabricar ciertos vidrios… Todo ello hace que yo no sea nostálgico en ese sentido, ahora se pueden hacer y se hacen mejores lentes.

Ahora los objetivos y las cámaras se comunican mediante electrónica, e incluso los raws llevan a veces ya corregidas aberraciones cromáticas y distorsiones, con lo cual eso complica saber qué objetivos son mejores, así que quizás primero habría que ver qué fabricantes no incluyen esas correcciones.

Los objetivos Leica de la serie M, por ejemplo, pueden costar unos 2500€ nuevos, pero es que de segunda mano, muy usados, pueden costar 1800€, es decir, apenas se devalúan, porque son ópticas muy clásicas, que siempre rinden muy bien, y además, son muy compactos.

Dentro de los modernos, que además me gusta mucho la filosofía de la marca, me iría a los Sigma, concretamente a la gama ART. Yo conozco mucho al presidente de Sigma, Kazuto Yamaki, y ellos no hacen nunca un objetivo que no cumpla al menos una de estas dos cuestiones, véase, que no haya nada parecido en la competencia, o que si hay uno equivalente, el suyo sea mejor y más barato. Es una firma basada en el honor, hacen poca producción asegurando, que si la aumentaran, tendrían que contratar más gente para luego despedirla cuando disminuyese la carga de trabajo. Fabrican todo en Japón, porque si hay algún problema, Yamaki, que tiene una mesa más, normal y corriente, en el conjunto de oficinas, puede bajar a la zona de taller a solucionarlo. Son unos objetivos que están tan bien ensamblados, que no necesitan estar sellados contra polvo y humedad.

P: ¿Hacia dónde va la fotografía?

V: Sebastiao Salgado, dijo hace poco que dentro de veinte o treinta años no habría fotografía; no sé si esta afirmación estará sacada de contexto, pero en cualquier caso yo creo que cada vez se va a popularizar más, no sé si con los teléfonos móviles, porque ahora en sitios donde antes no podías hacer fotos con una cámara, si puedes hacerlas con el teléfono. Estarán mucho más presentes las redes sociales, claro, y todas las ventajas y desventajas que te permite el compartir al momento… Pero fíjate, creo que va a haber una vuelta a los orígenes, una vuelta al “slow cooking”, a los procesos artesanales, a poder volver a usar aparatos que ahora ya tienen ochenta o cien años.

Por ejemplo, Leica, con buen ojo comercial, esperó unos años a que fuera el momento adecuado para sacar la Leica Monochrom, una cámara digital que sólo hace blanco y negro, a pesar de ser un proyecto que llevaba tiempo guardado en un cajón, y recientemente, en 2016, sacó la Leica M-D, una cámara digital sin pantalla, en la que puedes ajustar el ISO, ir disparando, pero  no ves las fotos hasta que las descargas, un poco la vuelta a la falta de inmediatez de la película. Parece cierta frivolidad, pero es una serie más cara, porque es una serie más corta.

En el futuro, sin duda, creo que haremos directamente clips en 4k o 6k, y sacaremos los fotogramas que nos interesan por un lado, y por otro lado estará esa vuelta a la fotografía más pura, pero lo que es cierto, es que fotografía habrá siempre, de una u otra manera.

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P: ¿Qué va a ser lo nuevo que va a sorprender en la fotografía?

V: Bueno, por un lado pienso en lo que no ha ocurrido, por ejemplo, en los últimos diez años, no ha aparecido una cámara cuya sensibilidad ISO nativa sea superior a 200 ISO. Todo el incremento que se hace ahora es a base de procesador. Quizás se encontrase algún material, algún derivado del grafeno o algo similar que permitiese una sensibilidad de fábrica superior a 800 ISO.

Aun así, por otro lado, creo que todo lo que nos va sorprender ya está inventado. La óptica cambia mucho, y está evolucionando, series mayores a precios más bajos, como cuando Panasonic creó la manera de hacer lentes asféricas a base de moldeado. Hace muchos años que se viene hablando de objetivos ‘líquidos’, mucho más compactos y conformados a base de algún compuesto de gel en lugar de lentes.

P: ¿Qué nuevo proyecto tienes en mente?

V: Hace poco tuve una lesión de espalda, y me lo diagnosticaron en un inicio como esclerosis lateral múltiple, luego fueron descartando y los médicos vieron que era un problema de columna. Pensaban que era algo que acaba a en una silla de ruedas con una parálisis de las terribles, pasé por una operación de 7 horas, y ahora hago todos los días ejercicio, natación… En bici estática casi llego a París. No puedo llevar prácticamente peso, y los proyectos que yo tenía incluían la cámara de placas, así que hay que aligerarlo como sea.

Te digo esto, porque tú puedes tener unos planes, pero en cualquier momento te puede cambiar la vida. Me recuerda a la canción de los Rolling Stones de’ Ruby Tuesday’, “…catch your dreams before they slip away…” (atrapa tus sueños antes de que se escapen), porque no creo que pueda cargar ese peso, y estaba pensando en la Sigma, que da una calidad casi parecida a la placa. El proyecto consiste en un libro que escribió el padre de mi mejor amigo, sobre el canal de Aragón, muy bien documentado, pero no demasiado ilustrado. Querría refotografiarlo, para una nueva edición. Además sería un buen homenaje al padre de este amigo y una oportunidad de revisitarlo. Pero ya se irá viendo.


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