Desde que tomamos nuestro primer contacto con la fotografía, y nos pica el bicho de la imagen, pasa un tiempo lógico de aprendizaje teórico y práctico. En este periodo tenemos tantos hitos como fracasos, tantas buenas imágenes como experimentos fallidos, y pasamos por todas las disciplinas hasta ver cuál nos gusta más, el retrato o el paisaje, la fotografía callejera o la fotografía publicitaria… Pero irremediablemente, un día, la mesa de nuestra casa, se nos queda pequeña, y necesitamos un espacio en el que trabajar, en el que guardar y organizar nuestro equipo, en el que poder dejar montado un escenario durante varios días: ha llegado el día de montar nuestro primer estudio.
Cuando llegue este momento, en realidad la inversión no tiene porqué ser demasiado grande, ya que probablemente, habremos ido acumulando bastante equipo. Lee estos pequeños consejos, y quizás acabes animándote a buscar un local.
1 – La ubicación
Tanto si vives en una ciudad grande como en una pequeña, el centro de la misma, será la zona más cara para encontrar un local. El centro ofrece la ventaja de estar accesible y en medio de todo, no obstante, cuanto más nos alejamos del epicentro de las ciudades, obtenemos otras ventajas. Para empezar, los locales por el mismo precio que en el centro son el doble de grandes, y los que son igual de grandes, son la mitad de baratos. En cualquier caso, son opciones más interesantes, y recuerda que es tu primer estudio, no tiene que ser definitivo ni estar en pleno centro. Puede que no esté tan bien comunicado en transporte público, pero seguro que el acceso en coche y las facilidades para aparcar son mejores que en pleno centro.
2 – El local
Te interesa que tenga techos altos, de unos 3 metros como mínimo, y a ser posible que haya bastante ‘tiro’ desde alguna pared, es decir que desde al menos una pared a otra haya al menos 5 metros; esto te permitirá alejarte del motivo cuando estés fotografiando y lo necesites.
Los espacios, cuanto más diáfanos, mejor. Si no tenemos paredes o columnas de por medios podremos moldear el espacio a nuestras anchas.
En cuanto a las habitaciones, lo lógico es dedicar la más grande al plató principal, y si tenemos más, podemos crear un pequeño vestidor con algún espejo para los modelos, donde se puedan cambiar o maquillar a gusto. Si el baño incluye una ducha, nos permitirá hacer sesiones en las que usemos pinturas a sabiendas de que el modelo saldrá de nuestro estudio tan limpio como cuando entró.
En cuanto a la luz, es interesante tener buena luz natural en el plató principal, y unos buenos estores o persianas que la bloqueen del todo, así será nuestra decisión el usar luz natural o artificial. Si es un espacio sin luz, tipo sótano, o interior, no hay problema, porque seremos los encargados de iluminar en cada sesión, simplemente no está ‘de más’ tener luz natural.
Por último, también es importante tener un espacio para nosotros, para montar nuestro ordenador, y trabajar las imágenes que hemos realizado, y aunque en función de las dimensiones del local, quizás no siempre tengamos un despacho para ello, sí es algo que agradeceremos. Y si el local es grande podemos plantearnos tener varios platós, una zona de relax con unos sofás y una cafetera de cápsulas por ejemplo, pero esto no suele ser lo habitual.
3 – Decorar barato
Hoy en día podemos sacar ideas de mucho sitios para reciclar muebles de la basura o hacerlos nosotros mismos con palets y materiales reutilizados.
Unas plantas que nos requieran mucho mantenimiento, como los cactus, pueden dar un toque agradable a nuestro estudio, y si ya tenemos alguna pared de ladrillo visto, no sólo será estéticamente decorativo sino una buena textura de fondo para nuestras imágenes.
Es casi obligatorio tener un equipo de música, ya que ameniza las sesiones de fotos, o porque cuando trabajemos tengamos puesto algo de fondo. Si eres una persona muy vintage puedes poner un tocadiscos y una buena selección de vinilos, y si eres más bien tirando a geek, te irán más las torres de sonido Bluetooth para escuchar Spotify, pero en cualquier caso harás que cualquiera que entre a tu estudio se sienta cómodo.
Si somos unos freaks de la fotografía, y tenemos cámaras antiguas o coleccionamos material fotográfico o tenemos grandes copias de nuestro trabajo impreso, nuestro estudio se puede convertirse en nuestro museo personal. Incluso si tenemos mucho libros de fotografía podemos hacer una pequeña biblioteca dedicada.
4 – Materiales
Como decíamos al principio, hemos ido acumulando un montón de herramientas, no sólo cámaras y objetivos, sino todo tipo de luces, flashes, ventanas, pies de focos…
Y si no tenemos flashes de estudio, quizás sea el momento de invertir en un kit de tres o cuatro luces. En internet podemos encontrarlos bastante asequibles.
Lo que necesitaremos seguro es un fondo continuo, preferiblemente blanco, aunque un gris medio también podría servirnos y podríamos iluminarlo para llevarlo a blanco o a negro. Estos fondos vienen en varios anchos, aunque el más común y práctico suele ser de 2’75m de ancho por 11m de largo. Necesitaremos los anclajes de la pared y los núcleos con cadenas para recoger y desplegar las cartulinas. Suelen venir en kits y los tenemos en función de si queremos sostener una o varias cartulinas y no son demasiado caros.
Si nuestro trabajo se basa en fotografía de producto, podremos invertir en una mesa de luz para hacer bodegones, suelen llevar metacrilatos, aunque hoy en día hay opciones muy baratas.
Por último, en cada trabajo necesitaremos un atrezzo concreto, y mi consejo es no tirar nada después. Ten un baúl desastre para guardar retales de proyectos, porque nunca se sabe cuándo vas a volver a utilizar aquellas pelucas horteras.
5 – Precios
En nuestro país tenemos muy normalizado lo de compartir espacios, así que tomártelo como un espacio de co-working entre dos o tres personas puede ser muy rentable, ya que no todos los días estarás usando el plató y organizarse es muy sencillo. Además os podéis ayudar los unos a los otros en las sesiones.
Aunque es imposible hablar de precios porque varían una locura de un sitio y contexto a otro, piensa en cuánto te cuesta una cámara nueva con objetivo de gama alta, lo que vendrían siendo unos 4000€, y divide entre 12 meses. Si encuentras locales por esos 300 y pico euros, entonces la inversión no es tan grande, porque te aseguro que tener tu primer espacio en el que trabajar, no tiene precio (bueno, de hecho sí lo tiene, pero ya me entendéis).
Descubrirás que invertir en un espacio en el que trabajar, te motiva aún más a hacerlo, y con el tiempo harás de ello tu refugio, además de que con un estudio te salen muchos más trabajos para hacer y el boca a boca es más efectivo. Se convierte en tu escaparate y el de tu trabajo.
Y para concluir, si al final llevas a la práctica, acuérdate de nosotros, e invítanos a la inauguración, ¡Y que no se te olvide el Photocall!